sábado, 2 de enero de 2010

Lección 2: El fruto del Espíritu es amor / Para el 9 de enero de 2010

Sábado 2 de enero.

Lee Para el Estudio de esta Semana: Deuteronomio 6:5; Mateo 5:43-48; 7:12; 22:39; Lucas 10:25-37; 1 Corintios 13:4-7.

Para Memorizar: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (1 Cor. 13:13).

La lista que da Pablo de los rasgos de carácter que identifican el fruto del Espíritu comienza con el amor. El amor es la virtud máxima para los cristianos porque es el rasgo que más caracteriza a Dios. Fue el amor lo que motivó a Dios a crearnos, sostenernos, darse a conocer a nosotros, y darnos a su Hijo a fin de redimirnos.

Juan lo dice así: “Dios es amor” (1 Juan 4:16). Por cuanto el amor es central en su carácter, debe ser también el centro del nuestro. “El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él” (vers. 16).

Lamentablemente, la palabra amor se usa hoy en forma muy vaga. A menudo decimos que amamos el clima, una comida favorita, o a nuestro perro. Pero este amor no pasa la prueba del verdadero amor divino (ver 1 Cor. 13). Éste es muy diferente, es algo que impacta toda nuestra existencia, nuestra manera de vivir y de relacionarnos con otros. Los ingredientes del amor son un paquete, no una lista de la cual seleccionamos lo que más nos gusta y descartamos el resto. Eso no es, como veremos esta semana, amor verdadero.

El amor tiene muchas dimensiones (Deut. 6:5)
Domingo 3 de enero

“Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mat. 22:37-39; ver también Deut. 6:5).

Las traducciones bíblicas, como sucede en otras obras escritas, difieren en la elección de las palabras. Por ejemplo: “El ave era pequeña”, podría decir en una traducción, en otra, “El ave era diminuta”, o aun en otra, “El ave era minúscula”; y todas ellas serían correctas. Por lo tanto, al estudiar el fruto del Espíritu, es útil definir el significado en el idioma original. En Deuteronomio 6:5, la palabra hebrea para amor es ahábta, que se refiere al amor exhibido por la voluntad, la mente y las acciones, más bien que al amor demostrado por los sentimientos o las emociones. Es el tipo el amor más elevado porque motiva a la persona a hacer lo que es correcto y noble, no importa cómo se sienta ella. Así que, el amor del que habla Jesús en el más grande mandamiento es la forma más noble, pura y elevada del amor que se sacrifica a sí mismo, y es el que cada persona debe tener hacia Dios.

El pueblo judío ya sabía que el mandamiento número uno era amar a Dios con todo su corazón, su alma, su mente y, como añade Marcos, sus fuerzas (ver Mar. 12:30). Al mencionar los cuatro aspectos del ser humano, Jesús está reuniendo todo lo que es una persona. Está diciendo: “Necesitas amar a Dios con tu ser entero”. La intención de Jesús no era la de definir el sentido de cada palabra, aunque nos ayudaría mucho estudiar estos cuatro aspectos.

Lee Mateo 7:12 y Mateo 22:39. ¿Cuál es el punto importante que presentan estos textos? ¿De qué manera es esto esencial para todo el concepto del amor?

Amar a tu prójimo como a ti mismo significa amar a todas las personas con todo el corazón. El amor en este “segundo mandamiento” es el mismo que el del “primer mandamiento”. Es el amor en acción, que involucra la voluntad y la intención. Amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos significa cuidar a alguien como nos cuidaríamos a nosotros mismos.

Es fácil hablar acerca de amar a otros como a ti mismo; pero no es fácil hacerlo. ¿Cuál es tu experiencia en esta área? ¿Cómo puedes aprender a morir al yo a fin de ministrar a otros?

Lo que hace el amor (1 Cor. 13:4-8)
Lunes 4 de enero

“El amor es sufrido, es benigno;... no guarda rencor;... se goza en la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser” (1 Cor. 13:4-8).

Definir el amor es el primer paso; aplicarlo es el siguiente. Debemos ser prudentes para no decir livianamente que amamos; más bien, necesitamos analizar con cuidado cómo vivimos y cuán bien aplicamos los principios del amor como se expresan en la Biblia.

Lee 1 Corintios 13:4 al 8. Considera cada aspecto de lo que es el amor, y pregúntate: ¿Cómo puedo aplicar estos principios en mi propio hogar?

Piensa por un momento cómo serían nuestros hogares si por la gracia de Dios practicáramos en forma consistente las cualidades del verdadero amor. Imagínate la bendición de vivir en un ambiente en el que los miembros de la familia sean positivos y se sostengan mutuamente. Tal vez no puedas conseguir que otros hagan esto, pero si tú aplicaras estos principios, podrías ver qué impacto poderoso producen sobre otros. No puedes discutir en contra del amor; es la fuerza más poderosa en toda la creación. Las personas pueden argumentar contra tu teología, tu estilo de vida, tus creencias, tu fe, contra todo. Pero ¿qué argumento podrían usar contra el amor incondicional, la clase de amor revelado al mundo por medio de Jesús, la clase de amor que podemos, mediante su gracia, manifestar a otros?

¿Qué características del amor bíblico encuentras más difíciles de poner en práctica en tu propia vida? ¿Cómo puedes hacer un esfuerzo decidido, para por medio de la gracia de Dios, cultivar más de este aspecto del amor? ¿Por qué es importante que lo hagas?

Lo que no hace el amor.
Martes 5 de enero

Repasa 1 Corintios 13:4 al 8, pero esta vez considéralo desde una perspectiva diferente. Observa lo que el amor no hace. Aunque están expresados en forma negativa, son realmente otras características positivas del amor.

Repasa cada una de las expresiones “negativas” en 1 Corintios 13:4 al 8, y anota los atributos positivos que ellas implican. Además, mientras lo haces, pregúntate cuán bien o cuán mal manifiestas estos aspectos del amor, y cómo podrías ser capaz de mejorar en esa área.

* No tiene envidia
* No es jactancioso
* No se envanece
* No hace nada indebido
* No busca lo suyo
* No se irrita
* No guarda rencor
* No se irrita
* No se goza en la injusticia

Al contemplar el significado del amor detallado en el capítulo del amor (1 Cor. 13), podemos apreciar el carácter de nuestro Padre celestial, quien es la personificación del amor. También podemos ver que la palabra amor, como se usa en la cultura popular, no llega ni por lejos a una comprensión correcta del amor de Dios.

La prueba del amor (Mat. 5:43-48).
Miércoles 6 de enero

Lee Mateo 5:43 al 48 y escribe una paráfrasis, en tus propias palabras, de lo que dijo Jesús. ¿Cuál es el punto principal de lo que nos dice Jesús acerca del amor?

Si hemos de amar a nuestros enemigos, es mejor que descubramos quiénes son exactamente nuestros enemigos. Si un enemigo es solo el que amenaza tu vida, puedes pensar que este texto no se aplica a ti, si tu vida no fue amenazada recientemente.

Pero, por definición, un enemigo es un adversario, un rival, un competidor, uno que te desafía, uno que pelea contigo. Un enemigo es alguien que te odia, o que te maltrata. Podría ser hasta un cónyuge u otro miembro de tu familia. Puede haber ocasiones cuando un miembro de la familia no es muy amoroso; e incluso busca maneras de irritarte o cosas aún peores. Cuando sucede eso, es fácil caer en la trampa de la represalia y de la mezquindad.

A veces puedes experimentar conflictos en el trabajo, y aquellos con quienes has trabajado lado a lado durante años pueden comenzar a pensar en ti como un adversario. Un enemigo podría ser alguien por quien te has interesado mucho, o puede aun ser alguien de tu iglesia.

Necesitamos darnos cuenta de que el enemigo a quien se refiere Jesús no se limita a alguien que amenaza nuestras vidas, sino es cualquiera que nos produce suficiente consternación como para tentarnos a desquitarnos.

Lee Proverbios 15:1; 25:21; y 1 Pedro 3:9. ¿De qué modo estos textos nos ayudan a comprender mejor este principio importante con respecto al amor?

¿Amar a nuestros enemigos? A muchas personas les resulta difícil mostrar amor a sus amigos, y mucho más a sus enemigos. ¿Cómo podemos aprender a seguir el ejemplo de Jesús en esto? ¿Cómo pueden nuestros corazones ser cambiados de modo que lleguemos amar a nuestros enemigos? ¿De qué modo el orar por ellos desempeña un papel importante en ayudarnos a alcanzar este ideal cristiano?

El amor en acción (Luc. 10:25-37).
Jueves 7 de enero

En un seminario, un profesor organizó a los alumnos de su clase de oratoria de una manera poco usual. Le pidió a cada uno que preparara un sermón sobre la historia del buen samaritano. Uno por uno debían ir de aula en aula predicando amor y compasión por otros. Había solo un breve receso entre clase y clase, lo que obligaba a los futuros predicadores a correr para cumplir su horario. Cada uno de ellos tenía que recorrer cierto corredor y pasar junto a un mendigo que había sido ubicado allí intencionalmente por el profesor.

¡Lo que sucedió fue una lección poderosa! Muy pocos predicadores estudiantes se detuvieron para ayudar a este hombre, especialmente los que estaban bajo la presión del tiempo. ¡Corriendo para predicar su sermón sobre el buen samaritano, casi todos pasaron de largo junto al mendigo que estaba en el corazón de la parábola!

En la lección de ayer, hablamos acerca de quién es mi enemigo. Hoy la pregunta es: ¿Quién es mi prójimo? ¿De qué modo la respondió Jesús en Lucas 10:25 al 37? ¿De qué manera esta parábola se vincula con todo el tema de lo que es el verdadero amor? Además, mientras lees esta parábola, pregúntate: ¿Por qué puso Jesús, específicamente, gente religiosa, incluso líderes religiosos, en el papel de “los malos”? ¿Qué lección hay allí también para nosotros?

Considera estas palabras: “Tuve hambre, y tú formaste un club humanitario para analizar esto. Estuve en la cárcel, y tú te quejaste del aumento de la criminalidad. Estuve desnudo, y tú debatiste la moralidad de mi apariencia. Estuve enfermo, y agradeciste a Dios por tu salud. Estuve sin hogar, y tú me predicaste acerca del abrigo del amor de Dios. Tú pareces tan santo y tan cerca de Dios; pero yo sigo con hambre, solitario, con frío y con dolor. ¿Te importa?”

Sé honesto. ¿Qué clase de cambios de estilo de vida deberías hacer para llegar a ser un buen samaritano para otros? ¿A quién conoces, ahora mismo, que está del otro lado del camino, en el mundo del sufrimiento? ¿Cuánta muerte al yo se necesita para que trates a esta persona como a un “prójimo”?

Para Estudiar y Meditar.
Viernes 8 de enero

El científico Arthur Zajonc llenó una caja con luz, de modo que nada de la luz se reflejara en ninguna de las superficies internas. Dentro de la caja había luz, y solo luz. Ahora, si miraras adentro de la caja, ¿qué verías? ¿A qué se parece la luz, en sí misma y por sí misma?

Verías pura oscuridad, la oscuridad del espacio vacío. A menos que se refleje sobre alguna cosa, o que mires directamente a la fuente de luz, la luz es invisible.

Zajonc entonces tomó una varilla y la movió en la oscuridad de la caja. Solo la varilla estaba iluminada del lado por el cual entraba la luz. Era como si una luz delgada brillara únicamente sobre la varilla. Aun cuando la luz estaba en todas partes dentro de la caja, solo cuando se reflejaba sobre una superficie (la varilla) se hacía visible. De otro modo, la luz era oscuridad.

La luz del sol sobre la Tierra hace que el cielo se vuelva azul, gris o rojo, dependiendo del tiempo y de la hora del día. En la luna, si miraras hacia arriba, sin importar cuánta luz del sol cae sobre ella, verías pura oscuridad, la del espacio vacío. Y eso es porque la luna no tiene atmósfera, ni aire, ni humedad, ni ninguno de los gases o vapores que, al reflejar la luz del sol, le dan al cielo los colores que vemos desde la Tierra.

¿Qué queremos decir? La luz, a menos que se refleje en algo, parece pura oscuridad.

Preguntas Para Dialogar:

1. ¿Qué lecciones espirituales sobre el amor podemos obtener de lo mencionado acerca de la naturaleza de la luz? Ver 1 Juan 1:5; 2:9-11; 4:8; Lucas 11:35.

2. Piensa en aquello de amar a nuestros enemigos. Lucas 23:34 dice: “Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. ¿Oras tú por tus enemigos? Es difícil tener la actitud correcta hacia los que nos odian, nos maltratan o nos persiguen. Pero el orar por nuestros enemigos cambia nuestro corazón y comenzamos a verlos como personas que necesitan la gracia de Dios. Eso nos ayudará a bendecirlos cuando nos maldigan y nos odien. ¿Cómo podemos cultivar la actitud de orar por aquellos a quienes desearíamos maldecir?

3. Una persona vio a alguien con un vehículo descompuesto. Se detuvo y se ofreció a ayudarlo, pero lo golpearon y lo asaltaron. Luego dijo: “Nunca más me detendré para ser un buen samaritano”. ¿Cómo le responderías a esa persona?

4. ¿Has conocido a alguien que parece que personifica al amor? ¿Qué hacía? ¿De qué modo manifestaba amor? ¿Cuánto sufrimiento piensas que soportó a fin de mostrar el amor que daba?



Guía de Estudio de la Biblia: El Fruto del Espíritu / Edición para Adultos.
Periodo: Trimestre Enero-Marzo de 2010

Autor: Richard O'Fill, es escritor (El Cristiano Victorioso, Un Fruto Divino entre otros libros) y orador del ministerio Revival Sermons, ha trabajado para la iglesia en tres continentes, incluyendo siete años en las oficinas centrales de la Asociación General. Reside actualmente en Orlando, Florida, EE.UU.

Editor: Clifford Goldstein

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