sábado, 30 de enero de 2010

Lección 6: El fruto del Espíritu es benignidad / Para el 6 de febrero de 2010


Sábado 30 de enero.

Lee Para el Estudio de esta Semana: 2 Samuel 9:1-13; Proverbios 15:1-5; 25:11-15; Mateo 5:43-48; Lucas 6:35, 38; Efesios 4:32; Colosenses 3:12-14.

Para Memorizar: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia” (Col. 3:12).

Cuando Pablo ilustró cómo se comporta el amor, la paciencia vino a su mente en primer lugar: “El amor es sufrido” (1 Cor. 13:4). Inmediatamente después de la paciencia, él escribió que el amor es “benigno”, mostrando que el amor y la benignidad van tan juntos que sin la amabilidad ningún acto es realmente hecho por amor.

La paciencia, vimos, es el amor que soporta. La benignidad, por otro lado, implica una expresión más activa del amor. A menudo la paciencia podría manifestarse al no hacer nada; la benignidad, en contraste, se manifiesta en aquello que decimos y hacemos, y, más importante, a la manera en que lo decimos y hacemos; y, más importante aún, en el porqué lo decimos y lo hacemos.

La benignidad no está fuera del alcance de nadie, aunque pueda demandar sacrificio de tiempo y energía. La benignidad se revela de muchas maneras. Y, como su primo cercano el “amor”, la benignidad tiene un poder increíble; es un testimonio en sí misma y por sí misma de cómo es Dios.


El modelo de benignidad (Mat. 5:43-48).
Domingo 31 de enero

Jesús claramente ilustra en el Sermón del Monte la benignidad y la bondad de Dios. Lee Mateo 5:43 al 48 y responde a las siguientes preguntas.

1. ¿A qué norma elevada nos está llamando Jesús aquí?
2. ¿Qué razón da Jesús para llamarnos a esta norma?
3. Nota el uso que hace Cristo de la palabra perfecto en el versículo 48. ¿Cuál es el significado de perfecto aquí, y cómo puede el uso de esa palabra aquí ayudarnos a comprender lo que significa ser perfecto como “vuestro Padre que está en los cielos” es perfecto?

Los dones gratuitos de Dios son precisamente eso, dones gratuitos. No son ganados ni merecidos por los seres humanos, todos los cuales han pecado voluntariamente contra él y lo han ignorado o descuidado. En este sentido, el mayor pecador está en el mismo bote que el más santo: ninguno de los dos merece la benignidad y la bondad que Dios nos da a todos.

Con estos versículos, Jesús nos está llamando a ser “perfectos”, aun tan perfectos como Dios. ¿Cómo? Amando a nuestros enemigos, orando por los que nos maltratan, siendo bondadosos con los que no han sido bondadosos con nosotros. De este modo Jesús define el ser “perfecto”. Trata de imaginar cómo sería nuestra iglesia y cómo serían nuestros hogares si morimos al yo lo suficiente como para que realmente podamos vivir de ese modo. Tendríamos un poder y un testimonio contra los cuales las puertas del infierno nunca podrían prevalecer. ¿Qué es lo único que nos detiene? Nada, sino nuestros corazones pecaminosos, deseosos de venganza, que con mucha frecuencia nos hacen actuar como “publicanos”.

¿Qué cambios dolorosos y profundos debes hacer si has de seguir las palabras de Cristo en estos versículos?


Benignidad hacia un “perro muerto”.
Lunes 1 de febrero

Lee 2 Samuel 9:1 al 13. ¿De qué manera mostró David su benignidad aquí? ¿De qué modo, por este acto, reveló el carácter de Dios?

“Los informes propalados por los enemigos de David habían creado en Mefiboseth fuertes prejuicios contra él, y lo consideraba usurpador; pero la recepción generosa y cortés que le acordó el monarca, y sus bondades continuas ganaron el corazón del joven; se hizo muy amigo de David y, como su padre Jonatán, se convenció de que tenía el mismo interés que el rey escogido por Dios” (PP 771).

La benignidad de David hacia la casa de Saúl revela que él procuraba usar a Dios como el modelo de lo que él quería hacer en favor de la casa de Saúl. Reconoció que él, un pecador como todos nosotros, había recibido misericordia y benignidad no merecida de mano de Dios, y estaba por reflejar algo de esa amabilidad hacia otros.

Antes de compartir la benignidad de Dios a otros, ¿qué tenemos que reconocer? Ver Lucas 7:47. ¿Qué principio vital se encuentra aquí que puede desempeñar un rol importante para ayudarnos a comprender el tema de la benignidad hacia otros?

Piensa por unos momentos acerca de la bondad y la benignidad de Dios hacia ti. ¿La mereces? ¿Es algo que se te debe? ¿Son tus pensamientos, tus acciones, tus palabras tan abnegadas, tan santas, tan amantes y acogedoras que Dios está meramente haciéndote a ti lo que tú les has hecho a otros? Lo más probable es que la respuesta sea “no”. Y aquí está el punto vital. Cuando nos damos cuenta de lo que Dios nos ha perdonado, cuando percibimos que Dios nos ama a pesar de lo que somos y de lo que hemos hecho, entonces realmente podemos entender lo que significa ser benigno y amante hacia aquellos que no merecen nuestra benignidad o nuestro amor. Entonces, cuán importante es que, en todo tiempo, mantengamos ante nosotros la cruz y lo que significa para nosotros, individualmente.

¿Qué cosas te ha perdonado Dios a lo largo de los años? ¿De qué modo el darte cuenta de esto te ayuda a tratar con los que han hecho cosas que te hirieron?


Palabras amables (Efe. 4:32).
Martes 2 de febrero

Efesios 4:32 comienza con las palabras: “Antes sed benignos unos con otros”. Considera cómo este versículo coincide perfectamente con lo que vimos ayer, acerca de tratar a otros como Dios nos ha tratado.

La benignidad debe marcar a los cristianos en todo tiempo. Pero hay por lo menos tres necesidades específicas que requieren tres clases específicas de estímulo.

Primero, hemos de mostrar benignidad hacia los infantes espirituales. “Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos” (1 Tes. 2:7).

Segundo, hemos de mostrar benignidad y dar ánimo a los débiles. “Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos” (Rom. 15:1).

Tercero, hemos de servir como un enfermero para los que están espiritualmente enfermos (2 Tim. 2:24, 25).

Un hombre de negocios dijo una vez: “No puedo esperar a llegar a casa por la noche: quedo tan cansado de ser amable todo el día”. ¡Qué actitud triste hacia la vida humana!

La benignidad, especialmente en nuestros hogares, es esencial. Y una de las maneras más importantes en que podemos manifestar amabilidad es la forma en que nos hablamos unos a otros. La atmósfera del hogar mayormente está determinada por las palabras que decimos. Tantos problemas, tantas heridas, tantas tensiones y tantas peleas podrían evitarse si fuéramos cuidadosos no solamente con lo que decimos, sino con cómo lo decimos. A menudo uno podría decir algo y no herir ni ofender, o uno puede decir las mismas palabras a la misma persona, y herirla y ofenderla grandemente. La clave es cómo hablamos. El lenguaje humano es más que solo el significado de las palabras mismas; el tono, la expresión facial, el lenguaje del cuerpo, el énfasis son partes de lo que trasmitimos a otros acerca de nuestros pensamientos, emociones e ideas.

Lee Proverbios 15:1 al 5 y Proverbios 25:11 al 15. ¿Qué principios importantes acerca de lo que dices y cómo lo dices se revelan en estos textos? Al leerlos, pregúntate acerca de cómo usas las palabras cuando hablas a otros. ¿De qué maneras podrías ser más amable en tu comunicación verbal con otros?


La benignidad devuelta (Luc. 6:38).
Miércoles 3 de febrero

“Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir” (Luc. 6:38). ¿Qué está diciendo Jesús aquí? ¿Acerca de qué principio de vida está hablando?

Muy a menudo la forma en que tratamos a otros vuelve sobre nosotros. Es decir, si somos benignos, es mucho más probable que otros sean benignos con nosotros. También funciona de la otra manera: si somos malos, otros también serán malos con nosotros.

Por supuesto, no siempre sucede de este modo. (Mira a Jesús y considera cómo lo trataron.) Pero sea que ocurra o no, en un sentido, realmente no importa. Como cristianos, siempre debemos ser benignos, aun si esa amabilidad no nos es devuelta. De hecho, como hemos leído, ser benigno con los que no lo son con nosotros es una característica de un verdadero seguidor de Jesús. Sin embargo, en general, la manera en que tratamos a otros impactará sobre cómo somos tratados nosotros. “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mat. 7:12).

Lee Lucas 6:35. ¿De qué manera concuerda esto con lo que hemos estado hablando esta semana?

Siempre es fácil ser benigno con alguien que podría darte algún beneficio más adelante. Cualquiera hará eso. Sin embargo, es más difícil ser amable, especialmente cuando tiene un costo, con los que nunca podrán hacer nada por ti a cambio. Esa es la verdadera prueba.

Examínate. ¿Es tu benignidad motivada por el amor abnegado y dispuesto al sacrificio personal, o es motivada, aun levemente, por el deseo de buscar ser el número uno? Si es esto último, ¿cómo puedes cambiar?


Vestíos de benignidad (Col. 3:12-14).
Jueves 4 de febrero

Lee Colosenses 3:12 al 14 y luego reescríbelo con tus propias palabras. ¿De qué manera revelan estos versículos la esencia de lo que significa ser un seguidor de Cristo (nota el uso de las palabras perfecto o perfección)? Además, piensa acerca de cuán poderoso podría ser nuestro testimonio al mundo si pusiéramos en práctica estos versículos.

Alexander Maclaren, destacado clérigo londinense de fines del siglo XIX, escribió: “La amabilidad es la fuerza más poderosa del mundo. Toma todos los martillos a vapor que alguna vez se forjaron y pelea contra un témpano de hielo; y excepto por la poca cantidad de calor que se desarrolla por los golpes, que derrite una porción pequeña, seguirá siendo hielo, aunque pueda estar pulverizado en vez de sólido. Pero permite que se mueva suavemente hacia el trópico, donde los rayos del sol eliminarán la frialdad mortal, y se disipará en el océano cálido. La amabilidad conquista”.

Como adventistas, tenemos una evidencia bíblica muy sólida para respaldar nuestra posición. (Si no la tuviéramos, entonces, ¿qué estaríamos haciendo aquí?) Y eso es importante, por supuesto. Pero necesitamos más que una enseñanza correcta, ¿verdad?
“Si quisiéramos humillarnos ante Dios, ser amables, corteses y compasivos, se producirían cien conversiones a la verdad allí donde se produce una ahora” (MB 91).

Cuando enseñamos las doctrinas de la iglesia, incluimos el sábado, el estado de los muertos, el origen del pecado, y otras enseñanzas distintivas. Pero, ¿somos tan cuidadosos en enfatizar la importancia de la benignidad y de los otros aspectos del fruto del Espíritu, junto con el Sermón del Monte y 1 Corintios 13? Saber que el sábado es el día de reposo, o que los muertos duermen hasta la resurrección, o que la justicia de Cristo nos cubre ahora y en el juicio final está muy bien y es importante. Pero tener el conocimiento solamente no es lo mismo que conocer la verdad como es en Jesús (Juan 14:6), porque la verdad nos hace libres (Juan 8:32); es decir, la verdad nos cambia y nos hace más semejantes a Cristo. ¿Podría alguien preguntar si realmente tenemos la verdad, si la Verdad, Jesús, no nos tiene a nosotros?


Para Estudiar y Meditar
Viernes 5 de febrero

“De todo hogar cristiano debería irradiar una santa luz. El amor debe expresarse en hechos, [...] y revelarse en una amabilidad atenta, en una suave y desinteresada cortesía. Hay hogares donde se pone en práctica este principio, hogares donde se adora a Dios, y donde reina el amor verdadero. De estos hogares, de mañana y de noche, la oración asciende hacia Dios como un dulce incienso, y las misericordias y las bendiciones de Dios descienden sobre los suplicantes como el rocío de la mañana” (HAd 31, la cursiva fue añadida).

“Son muchos los que consideran la manifestación del amor como una debilidad, y permanecen en tal retraimiento que repelen a los demás. Este espíritu paraliza las corrientes de simpatía. Al ser reprimidos, los impulsos de sociabilidad y generosidad se marchitan, y el corazón se vuelve desolado y frío. Debemos guardarnos de este error. El amor no puede durar mucho si no se le da expresión. No permitáis que el corazón de quienes os acompañen se agoste por falta de bondad y simpatía de parte vuestra” (HAd 92; la cursiva fue añadida).

Preguntas Para Dialogar:

1. Como clase, repasen la pregunta final de la sección del jueves: “¿tenemos realmente la verdad, si la Verdad, Jesús, no nos tiene a nosotros?” ¿Cuáles son las implicaciones de la respuesta que dieron ustedes?

2. “El amor no puede durar mucho si no se le da expresión”. ¿Qué significa esto, y por qué representa un principio que es muy importante para nosotros como iglesia?

3. Repasa los textos de esta semana que hablan acerca de que debemos ser “perfectos”. ¿Cómo deberíamos entender lo que significa esta idea? ¿Cuáles son los problemas y los malos entendidos con los que, como iglesia, hemos luchado en el uso y el significado de este término?

4. Repasa en tu propia experiencia cómo las actitudes de otros adventistas te han afectado a ti y a tu fe. Es decir, ¿fue la gente benigna contigo y, si fue así, de qué modo esa amabilidad te impactó? Por otro lado, ¿fue la gente poco amable contigo y, si fue así, de qué modo eso te impactó? Comparte tus historias con los demás en tu clase. ¿Qué puedes obtener de estas experiencias que puede ayudar a la clase a comprender mejor cuán importante es la benignidad en nuestra vida diaria y en nuestro testimonio?




Guía de Estudio de la Biblia: El Fruto del Espíritu / Edición para Adultos.
Periodo: Trimestre Enero-Marzo de 2010

Autor: Richard O'Fill, es escritor (El Cristiano Victorioso, Un Fruto Divino entre otros libros) y orador del ministerio Revival Sermons, ha trabajado para la iglesia en tres continentes, incluyendo siete años en las oficinas centrales de la Asociación General. Reside actualmente en Orlando, Florida, EE.UU.
Editor: Clifford Goldstein

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